No plantes flores en jardines que no van a regarlas.

Nuestros recursos son finitos. Nuestra energía no es inagotable, de la misma manera en que no lo son ni nuestro tiempo, ni nuestra atención. Eso significa que debemos ser más cuidadosos cuando decidimos dónde los invertiremos. Con frecuencia no somos plenamente conscientes de que nuestros recursos emocionales no son inagotables, por lo que terminamos desperdiciándolos, ya sea involucrándonos en tareas que no valen la pena o relacionándonos con personas que no los valoran.

La compasión y la capacidad para ayudar a los demás son características que nos enaltecen y nos permiten crecer como personas. Sin embargo, todo tiene un límite, pasado el cual podrías comenzar a hacerte daño sin darte cuenta y sin que la otra persona siquiera lo valore.

¿Cómo saber cuándo estás esforzándote inútilmente?

- Cuando te esfuerzas más por la otra persona que ella misma.

- Cuando tu nivel de compromiso es mayor que el de la persona que intentas ayudar.

- Cuando arriesgas mucho por ayudar a alguien pero esa persona no arriesga prácticamente nada por sí misma.

- Cuando te estás desgastando demasiado en el camino pero esa otra persona no está dispuesta a invertir esa misma cantidad de energía.

- Cuando esa persona no valora tu tiempo, esfuerzo y dedicación.

- Cuando esa persona no estaría dispuesta a hacer lo mismo por ti.

No olvides que hay situaciones en las cuales, la mejor manera de ayudar consiste en no ayudar. Si sobreproteges puedes impedir que la persona crezca y aprenda la lección. Recuerda ese dicho que dice que al final no se madura con los años, sino con los daños.

Una Flor en el Desierto

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