Algo mucho mejor
Toma algo de tiempo darse cuenta que, en ocasiones, la vida nos dice que no cuando solo nos quiere decir espera. Albert Einstein solía decir que si había algo de lo que estaba agradecido, era a todas aquellas personas que a lo largo de su vida le habían dicho “no”. Cada una de las desilusiones sufridas le permitieron más tarde encontrar motivos para aprender a hacer las cosas por sí solo. A ser más fuerte.
Cuántas veces hemos llorado sin saber que la vida nos estaba haciendo un favor, sin entender que lo ocurrido no era el fin del mundo, sino el principio de algo mejor. Porque existir es reiniciarse una y otra vez, es cerrar una ventana para abrir una puerta mientras nos secamos las lágrimas por una situación o por alguien que nunca las mereció. El primer paso para propiciar el equilibrio interior es el llanto. Después de las lágrimas llega la calma, y seguidamente, la claridad. Para poder ver oportunidades en tiempos de oscuridad es necesario generar paz en nuestro interior, en consecuencia, el desahogo emocional es un mecanismo adecuado y liberador para sosegar la mente y ver las cosas de otro modo. Una vez que lloramos por la decepción, por la ruptura o un fracaso, es necesario hacer algunos cambios. Ahora bien, un error en el que caemos a menudo es en esperar a que ocurra algo a nuestro alrededor para encontrar entonces un motivo, un propósito que nos permita seguir avanzando para dejar atrás lo sucedido. Esa no es la idea. Lo más acertado es “ser nosotros mismos el propio cambio”. Lejos de esperarlo desde el exterior, hay que inducirlo desde el interior. Porque justo cuando uno deja de esperar y reacciona, la propia vida cambia.
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